...te podría matar y no se iba a enterar nadie...
...al final del día, recurriendo a lo de siempre, a las fórmulas que no fallan, a encogerse hasta parecer un ovillo, hacerse pequeñita, desaparecer...¿quieres algo nuevo? sólo puedo darte lo de siempre, una sonrisa a medias, un te quiero apresurado, un calcetín en el pasillo, una mochila a medio hacer y otra que sigo vaciando...el último dolor de cabeza se junta con el de ahora, tal vez más sordo y amortiguado por el deshielo, pero zumban los mosquitos y todavía tengo un mapa grabado en la piel, dibujado entre días de sol y decoloración clorada, con ríos de rasguños inexplicables y cascadas de zarpazos propios, me corté las uñas y sigo arañando, me acosté con el pelo mojado y me desperté bañada en sudor, no sé si es la fiebre o la primavera, o la manta que todavía me cubre, puede que me esté ajustando a los tiempos que corren, a estar y a no estar y volver y revolverme, y coches y trenes y autobuses y la carretera hacia el norte o hacia el oeste, o sólo la rotonda en la que doy vueltas sin atreverme a escoger una salida...
...y todo el camino esa extraña canción...
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3 comentarios:
Me he quedado embobado con la canción, y la he escuchado 5 veces seguidas mientras aporreaba las teclas de ordenador.
Prisioneros de lo cotidiano.
Vegas y Bunbury, una combinación que en "El tiempo de las cerezas" ha sido la sintonía de todo un invierno...prisioneros de lo cotidiano y desertores de lo vulgar ;)
Bien matizado Elyse.
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