miércoles, 11 de febrero de 2009

...

...y, sin embargo
te quiero
-me dijiste con voz ronca
y tal vez algo afectada-
decidí entonces
pintar las antenas de colores chillones
y convertir ese mar
de geometría imposible
en el bosque encantado
-o al menos en algo parecido-
mientras tanto
en el rompeolas
la resaca y la espuma
de las olas cuando mueren
dejan un rastro de sal
incrustado entre las rendijas
que emergen de entre las horas...

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