sábado, 29 de noviembre de 2008

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...llueve, y llueve...bajo las escaleras con sigilo...seis pisos de pasos silenciosos, de aterrizajes amortiguados...la imagen a través del cristal de la portería es desoladora...suelo gris, cielo gris, ni un alma en la calle...la ciudad todavía no se ha despertado, o al menos no da señales de haberlo hecho...subo las escaleras de nuevo, seis pisos de pasos rápidos y ligeros...vuelvo a entrar en casa, saco una mano por la puerta de la terraza...el tacto frío de la lluvia y el silencio roto por el repiqueteo de las gotas contra las hamacas donde tomo el sol en verano...decido salir igualmente, y los seis pisos se me hacen cortos, el agua no va hacer que encoja, me digo, aunque tal vez la segunda ducha del día no sea tan agradable como la primera...aunque llueva, aunque ese agua esté helada, correr por la ciudad cuando el mundo todavía está arrancando, es uno de los pequeños pequeños placeres que me concedo...las heridas apenas duelen ya y me limito a disfrutar del paisaje nublado...me río de esa forma idiota que me ataca cuando todo es sumamente irracional...llueve, estoy a diez kilómetros de mi casa, y hace un frío poco saludable...casi sin darme cuenta, una canción, una imagen de invierno..."la lluvia helada que acaricia tu cara...cogiendo fuerzas casi casi de la nada"...



"...hay flores de hielo en tu cuarto que arrancaste de mi jardín polar..."

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