esa calle...

...por la que he evitado subir durante la última semana, es justo la calle en la que vivo...durante días he dado un rodeo para no pasar por la puerta...y hoy...hoy no había más remedio...y ella me ha visto desde dentro...y ha salido...y me ha abrazado y me ha mirado a los ojos, y me ha cogido de la mano...y es que una semana sin vernos son muchos días...días en los que no nos hemos dado esos abrazos tontos todavía sudadas, días en los que no nos hemos sentado en el suelo del despacho a hablar de nuestras cosas, días en los que no nos hemos pesado ni discutido por el gramo arriba o abajo, días en los que no hemos apagado las luces de la piscina para poder nadar sólo con la luz del pasillo del vestuario...por la noche he vuelto a pasar, con la intención de ver a la otra personita que cuida de mi, y allí estaban las dos, esperándome tras la última llamada de la tarde, con un montón de bikinis brasileños esparcidos por la mesa...y me he probado dos, y dos que me he quedado...sus últimas palabras, mientras me mirada semi-desnuda, me han dolido en lo íntimo..."con ese cuerpo no tiene perdón que te quedes en casa tirada en el sofá, así que haz el favor de curarte de lo que sea que te pasa y vuelve"...no he podido evitar mirar de reojo mi imagen en el espejo, esos apenas 52 kilos repartidos a lo largo de 170 centímetros, en los que, a pesar del descanso, se siguen dibujando los surcos de las muchas horas pasadas ahí dentro, los kilómetros y las aventuras, el moreno parcheado y el pelo corto, revuelto y rebelde, como soy yo tantas veces con lo impuesto y con lo correcto...
...ahora sólo tengo sueño y ganas de tener ganas...
...pensé en el último 42, ese que hicimos cuando en la costa volaban las cometas, y luego quise recordar lo que sentí cuando paramos, y creo que fue miedo...